domingo, 14 de junio de 2009

Nuestro proximo trabajo para la catedra nos invita a realizar una caja que pueda ser recorrida por los cinco sentidos. A partir de los autores JUAN L. ORTIZ, el cual me resulta muy interesante ya que nos invita a crear a partir de algo tan lindo que es nuestro rio Paraná

Puerto Ruíz (Entre Ríos) es el lugar que vio nacer a Juan Laurentino Ortíz el 11 de junio de 1896.
Al poco tiempo la familia se traslada a las selvas de Montiel; el paisaje de su provincia marcarán
a fuego al niño que años más tarde convertirá esos elementos en protagonistas de su poesía.
Estudia en la Escuela Normal Mixta de Maestros de Gualeguay. Temprano lo atrapa el ideario socialista;
hace vigorosos discursos y comienza a escribir en la prensa gráfica. Tiene un breve paso por Buenos Aires,
realiza estudios de Filosofía y Letras, se relaciona con el ambiente bohemio y literario de la capital,
hace amigos entrañables entre escritores y poetas y regresa a su provincia en la búsqueda de su aire,
de sus elementos, de su paisaje. Nunca militó en grupos literarios ni en partidos políticos.
Construye así una de las obras cumbres de la literatura en lengua castellana.

Este poeta no necesitó el fasto luminario de la metrópolis para concebir una obra cuya dimensión
es tan vasta como profunda; su cuerpo lírico contiene una insospechada renovación que sostiene
como ejes su entorno/paisaje, su indagación metafísica, junto a su capacidad para rastrear en la realidad cotidiana.
Su voz extraordinaria aún continúa en secreto y confinada por el mundo oficial de la literatura por haber asumido
Ortíz su derecho a ejercer su libertad sin concesiones, pagando por ello el alto precio del olvido a una poesía
fiel a sí misma, auténtica, que deja fuera de ella todo lo que no es digno de su contenido.
Celebró la revolución rusa del año '17 y la liberación de París; denunció el asesinato de García Lorca
y los horrores del nazismo; padeció la cárcel durante el golpe del '55 y en 1957 fue invitado a visitar China
y la ex Unión Soviética encabezando una delegación de intelectuales argentinos. Sus libros también fueron
alcanzados por la barbarie de la última dictadura teniendo como destino trágico la hoguera.

Desarrolló una activa labor con la poesía extranjera traduciendo a Paul Eluard, los poetas chinos,
Guisseppe Ungaretti y Ezra Pound. La revolución fue una idea permanente en Ortíz, un motivo que organiza
y da sentido, pero no por ello puso en lugar secundario sus inquietudes filosóficas y estéticas magistralmente
transformadas en uno de los cuerpos líricos más auténticos de las letras latinoamericanas.

Juan L Ortiz muere un 2 de setiembre de 1978 y consolida así la leyenda que con el tiempo instalará
definitivamente su verdadera estatura de poeta.

BIBLIOGRAFÍA

"El agua y la noche" (1924-1932)
"El alba sube..." (1933-1936)
"El ángel inclinado" (1938)
"La rama hacia el este" (1940)
"El álamo y el viento" (1947)
"El aire conmovido" (1949)
"La mano infinita" (1951)
"La brisa profunda" (1954)
"El alma y las colinas" (1956)
"De las raíces y del cielo" (1958)
"En el aura del sauce" (Obras completas 1970-1971, incluye "El junco y la corriente","El Gualeguay" y "La orilla que se abisma", inéditos hasta el momento).
El cuarto tomo de sus obras completas, que el vate entrerriano había dejado listo para su impresióncon la producción de sus últimos años (su etapa más fructífera) se perdió durante la última dictadura militar.

Hermoso Paraná


Proximo Trabajo... sobre Rio Paraná


John Berger: El sentido de la vista

Notas sobre la pasión que aparecen en el capítulo Una noche en Estrasburgo

La persona amada representa el potencial de uno mismo. El potencial de uno mismo para la acción es ser amado una y otra vez por la persona amada. La activa y la pasiva se vuelven reversibles. El amor crea el espacio para el amor. El amor de la persona amada "completa" -- como si estuviéramos hablando de una sola acción en lugar de dos -- el amor de quien la ama. Con todas las personas de quienes no estamos enamorados tenemos demasiado en común para estar enamorados. Sólo se siente pasión por lo opuesto. No existe camaradería en la pasión. Pero la pasión puede dar el mismo grado de libertad a los dos amantes. Y la experiencia compartida de esta libertad -- una libertad que en sí misma es astral y fría -- puede dar lugar a que surja entre ellos una ternura incomparable. Una vez tras otra, el despertar de la pasión supone la reconstitución de lo opuesto. Una tercera persona no acierta a ver claramente las modalidades de la oposición. Y lo que es más, éstas resultan continuamente transformadas en la relación subjetiva de los amantes. Cada nueva experiencia, cada nuevo aspecto del caracter del otro que queda desvelado, hace necesario el volver a definir las líneas de la oposición. Es un proceso de imaginación que no tiene fin. Cuando cesa se acaba la pasión. Concebir al ser querido como todo lo que no es uno mismo significa que los amantes forman juntos una totalidad. Juntos pueden ser cualquier cosa, pueden serlo todo. Esto es lo que la pasión promete a la imaginación. Y es en virtud de esta promesa por lo que la imaginación trabaja sin descanso trazando y volviendo a trazar las líneas de la oposición. Los amantes incorporan el mundo entero a su totalidad. Todas las imágenes clásicas de la poesía amorosa lo confirman. El río, el bosque, el cielo, los minerales de la tierra, el gusano de seda, las estrellas, la rana, el búho, la luna, "demuestran" el amor del poeta. La poesía expresa la aspiración a esa "correspondencia", pero es la pasión la que la crea. La pasión aspira a incluir el mundo entero en el acto de amar. El hecho de querer hacer el amor en el mar, volando por el cielo, en esta ciudad, en aquel campo, sobre la arena, entre las hojas caidas, con sal, con aceite, con frutas, en la nieve, etc., no significa que se precisen nuevos estímulos, sino que expresa una verdad que es inseparable de la pasión. La totalidad de los amantes se extiende, de manera diferente, a fin de incluir el mundo social. Todos los actos, cuando son voluntarios, se llevan a cabo en nombre de la persona amada. Lo que el amante cambia entonces en el mundo es una expresión de su pasión. Y, sin embargo, la pasión es un privilegio. Un privilegio económico y cultural. Ciertas actitudes son incompatibles con la pasión. No es una cuestión de temperamento. Un hombre precavido, un hombre ruin, una mujer deshonesta, una mujer letárgica, una pareja siempre malhumorada pueden sentir pasión. Cuando una persona rechaza la pasión en general -- o se siente incapaz de seguir una pasión ya nacida, transformándola así en una mera obsesión -- es porque se niega a aceptar la totalidad de ésta. En la totalidad del amante -- como en cualquier otra -- se incluye también lo desconocido; ese elemento de lo desconocido que aparece asimismo evocado por la muerte, el caos, las situaciones extremas. Quienes están condicionados a tratar lo desconocido como algo exterior a ellos mismos, como algo contra lo que tienen que estar continuamente tomando medidas, vigilantes, pueden rechazar la pasión. No se trata de que teman lo desconocido. Todo el mundo lo teme. La cuestión es saber en dónde se sitúa lo desconocido. Nuestra cultura nos anima a localizarlo fuera de nosotros. Siempre. Incluso se considera que la enfermedad es algo que viene de fuera. El localizar lo desconocido como algo que existe ahí fuera es incompatible con la pasión. La totalidad de la pasión oprime (o socava) al mundo. Los amantes se aman con el mundo. (Al igual se podría decir que con todo su corazon o con sus caricias.) El mundo es la forma de su pasión, y todos los sucesos que experimentan o imaginan constituyen la iconografía de su pasión. Por eso la pasión está dispuesta a arriesgar la vida. Se diría que la vida es tan sólo la forma de la pasión

Margarita y la Venganza del Can
























































Comic Margarita y la venganza del can