miércoles, 15 de septiembre de 2010


esta imagen de STEFI, que fue mi primera imagen elegida , la trasnforme en una imagen publicitaria.

jueves, 29 de octubre de 2009


HOY EN LA CLASE HICIMOS UN ESCRITO BREVE DE LO QUE ERA PARA CADA UNO LA IMAGEN, LO CUAL HABÍAMOS ESTADO TRABAJANDO EL NUESTRO ULTIMO TRABAJO, EL NUMERO TRES; TAMBIEN LOS ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS DE LA CÁTEDRA.
YO EXPUSE MI TRABAJO SOBRE LA CÁRCEL DE ABU GRAIB, Y COMENTAMOS DE QUE SE TRATARÍA EL ULTIMO TRABAJO PLANTEADO SOBRE LA SERIE THE SIMPSONS.

lunes, 5 de octubre de 2009


15ago2008
Susan Sontag "Sobre la Fotografía" - "On Photography"
digg_url="http://misojosven.blogspot.com/2008/08/susan-sontag-sobre-la-fotografa-on.html";

¿Hasta qué punto puede mentir una cámara?
«Aprendemos a vernos fotográficamente», nos dice Susan Sontag en la obra que le dio fama mundial. La cámara ha tenido una importancia trascendental en la relación del hombre contemporáneo con la realidad y consigo mismo. El vivaz acercamiento de la autora a este apasionante tema incluye perspectivas que nos llevan de Platón a Melville, de la historia de la pintura a la del cine, pasando por la literatura, la publicidad o la sociología. Sobre la fotografía es el libro más emblemático de una escritora que se ha caracterizado siempre por el compromiso con lo más candente de su tiempo. La prosa magnética, la riqueza de puntos de vista, y una inteligencia que brilla en cada párrafo y despierta interesantes preguntas, son sólo algunos de los alicientes que encontrará el lector en este libro.Durante toda su vida, Susan Sontag ha tenido una fructífera obsesión con la fotografía. Las siguientes disertaciones sobre el tema, nos podrían servir a modo de resumen del libro:
-Las fotografías, son un modo de certificar la experiencia, también son un modo de rechazarla: al limitar la experiencia a una búsqueda de lo fotogénico, al convertir la experiencia en una imagen, un souvenir.
-El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotografías. La actividad misma de fotografiar es tranquilizadora, y atempera esa desazón general que se suele agudizar en los viajes. La mayoría de los turistas se sienten constreñidos a poner la cámara entre ellos y cualquier cosa notable que encuentren. Al no saber como reaccionar, fotografían. Así la experiencia cobra forma: ¡alto!, una fotografía, ¡adelante! El método seduce especialmente a gentes sometidas a una ética laboral implacable: alemanes, japoneses y norteamericanos. La utilización de una cámara aplaca la ansiedad que sufren los obsesionados por el trabajo por no trabajar cuando están de vacaciones y presuntamente divirtiéndose. Cuentan con una tarea que parece amigable imitación del trabajo: tomar fotografías. Los pueblos despojados de su pasado parecen los entusiastas más fervientes de la fotografía, en su país y en el exterior
-La fotografía es, antes que nada una manera de mirar. No es la mirada misma.
-Es la manera ineludiblemente “moderna” de mirar: predispuesta a favor de los proyectos de descubrimiento e innovación.
-Esta manera de mirar que tiene ya una dilatada historia, conforma lo que buscamos y estamos habituados a notar en las fotografías.
-La manera de mirar moderna es ver fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. De ello se sigue que todos los límites, todas las ideas unificadoras han de ser engañosas, demagógicas, en el mejor de los casos provisionales, casi siempre, y a la larga, falsas. Mirar la realidad a la luz de determinadas ideas unificadoras tiene la ventaja innegable de dar contorno y forma a nuestras vivencias. Pero también (así nos instruye la manera de mirar moderna) niega la diversidad y la complejidad infinitas de lo real. Por lo tanto reprime nuestra energía, nuestro derecho, en efecto, a refundar lo que deseamos refundar: nuestra sociedad o nosotros mismos. Lo que libera, se nos dice, es notar cada vez más cosas.
-En una sociedad moderna las imágenes realizadas por las cámaras son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa. Y se espera que recibamos y registremos una cantidad ilimitada de imágenes acerca de lo que no vivimos directamente. La cámara define lo que permitimos que sea “real”, y sin cesar ensancha los limites de lo real. Se admira a los fotógrafos sobre todo si revelan verdades ocultas de sí mismos o conflictos sociales no cubiertos del todo en sociedades próximas y distantes de donde viene el espectador.
-En la manera de conocer moderna, debe haber imágenes para que algo se convierta en “real”. Las fotografías identifican acontecimientos. Las fotografías les confieren importancia a los acontecimientos y los vuelven memorables. Para que una guerra, una atrocidad, una epidemia o un denominado desastre natural sean tema de interés más amplio, han de llegar a la gente por medio de los diversos sistemas (de la televisión e Internet a los periódicos y revistas) que difunden las imágenes fotográficas entre millones de personas.
-En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado. Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable (y nuestro mejor indicio de identidad) es cómo aparece la gente.
-Una fotografía es un fragmento, un vislumbre. Acopiamos vislumbres, fragmentos. Todos almacenamos mentalmente, cientos de imágenes fotográficas, dispuestas para la recuperación instantánea. Todas las fotografías son detalles. Por lo tanto, las fotografías se parecen a la vida. Ser moderno es vivir hechizado por la salvaje autonomía del detalle.
-Conocer es, sobre todo, reconocer. El reconocimiento es la modalidad del conocimiento que ahora se identifica con el arte. Las fotografías de las crueldades e injusticias terribles que afligen a la mayoría de las personas en el mundo parecen decirnos (a nosotros, que somos privilegiados y estamos más o menos a salvo) que deberíamos sublevarnos, que deberíamos desear que algo se hiciera para evitar esos horrores. Hay además, otras fotografías que parecen reclamar un tipo de atención distinto. Para este conjunto de obras en curso, la fotografía no es una suerte de agitación social o moral, cuya meta sea incitar a que sintamos algo y actuemos, sino una empresa de notación. Observamos, tomamos nota, reconocemos. Esta es una manera más fría de mirar. La manera de mirar es lo que identificamos como arte.
-La obra de los mejores fotógrafos comprometidos socialmente es a menudo condenada si se parece demasiado al arte. Y a la fotografía tenida por arte se le puede condenar de modo paralelo, marchita la emoción que nos llevaría a preocuparnos. Nos muestra acontecimientos y circunstancias que acaso deploremos y nos pide que mantengamos distancia. Nos puede mostrar algo en verdad horripilante y ser una prueba de los que es capaz de tolerar nuestra mirada y que se supone que debemos aceptar. O a menudo simplemente nos invita ( y esto es cierto en casi toda la fotografía contemporánea más brillante) a fijar la vista en la banalidad. Fijar la vista en la banalidad y también paladearla, recurriendo precisamente a los mismos hábitos de la ironía que se afirman mediante la surrealista yuxtaposición de consabidas fotografías en las exposiciones y libros más refinados.
-La fotografía (insuperable modalidad de viaje, del turismo) es el principal medio moderno de ampliación del mundo. En cuanto rama del arte, la empresa fotográfica que hace más amplio el mundo tiende a especializarse en temas al parecer provocadores, transgresores. La fotografía puede esta diciéndonos: esto también existe. Y eso. Y aquello. (Y todo es “humano”). Pero ¿qué hemos de hacer con este conocimiento, si acaso es un conocimiento, digamos, del ser, de la anormalidad, de mundos marginados, clandestinos?
-Llámese conocimiento, llámese reconocimiento, de algo podemos estar seguros acerca de esta modalidad, singularmente moderna, de toda vivencia: la mirada, y el acopio de los fragmentos de la mirada, nunca pueden completarse.
-No hay fotografía definitiva

jueves, 17 de septiembre de 2009

Ultimo Momento

El Mundo
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Consideraciones sobre la tortura después de Abu Ghraib, en Irak
13:25
Un impactante documental y un informe de la Cruz Roja revelan siniestros detalles de los abusos.
Por: Matilde Sánchez
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SADISMO.
Sabrina Harman levanta el pulgar junto a un prisionero muerto.
Digna de un archivo negro del sadismo, una cascada de nuevas imágenes de torturas, que incluyen vejaciones sexuales en cárceles de Irak y Afganistán, amenaza con enviar a decenas de altos jefes militares a la corte marcial y con procesar al ex presidente George Bush y a su vice, Dick Cheney, desde 2002 el adalid del "set alternativo de procedimientos" para el interrogatorio de terroristas, de uso sistemático en la contrainteligencia desde el ataque del 9/11 hasta 2006. Si bien Barack Obama había prometido a la Unión Americana de Libertades Civiles, ACLU, que difundiría el material, esta semana el presidente decidió no hacerlo público argumentando que motivaría represalias contra las tropas todavía estacionadas en Irak. Desde hace años diversas ONGs reclaman al gobierno que abra la información sobre el uso de tormentos en los llamados "sitios negros" del sistema carcelario de ultramar. Es en estos meses, a partir de un informe de la Cruz Roja de febrero de 2007, que se conocen detalles sobre esos centros de detención extraterritorial que los EE.UU. mantienen en Irak, Afganistán, Guantánamo, Tailandia, Polonia, Rumania y Marruecos. Muchas de las nuevas fotos, inaccesibles para las agencias pero que la semana pasada divulgó un canal de TV australiano, se agregan al expediente de doce CDs con cerca de 2.000 fotos privadas, tomadas entre octubre y diciembre de 2003 en la cárcel de Abu Ghraib, en Irak. Se trata de un verdadero estudio fotográfico sobre el sumergido mundo de la tortura física y moral de enemigos. Trascendió que el nuevo archivo contiene tomas de un soldado norteamericano en el intento de violar a una prisionera, obligada a mostrar sus pechos. Hasta ahora no se habían visto prisioneras entre los trofeos fotográficos de Abu Ghraib, aunque es sabido que en sus meses de mayor hacinamiento, cuando la colonia albergó a miles de presos, muchos de ellos no registrados ("unlogged", chupados en nuestra jerga), se contaban mujeres y hasta menores. De acuerdo con el informe del general Antonio Tabuga para una comisión especial sobre maltrato en las cárceles de Irak, de 2004, a menudo los menores eran capturados como rehenes. En otras fotos se ve a un traductor violando a un prisionero, y otras incluyen ataques sexuales con un tubo fluorescente, alambre y un horquilla de jardín. Otra vez ha sido Tabuga quien reveló esta semana el contenido del nuevo expediente. Retirado desde 2007, el general se limitó a decir que "muestran torturas, abuso, violaciones e indecencias de todo tipo imaginable" e insistió en que sólo servirán a los fines judiciales: "La mera descripción de las imágenes es abominable, créanme." La irrupción y bloqueo de las nuevas fotos sigue al reciente informe del Comité Internacional de la Cruz Roja, entregado a varias comisiones del Congreso, entre ellas el del Senado para las Fuerzas Armadas. Fue de este informe que se sirvió el juez español Baltasar Garzón. En los últimos meses de 2006, la Cruz Roja entrevistó a 14 "detenidos de alta categoría" en varios "sitios negros". Los comentarios e indagaciones en profundidad sobre el tema vienen publicándose en las principales revistas literarias, como The New Yorker y The New York Review of Books. Más allá de sus consecuencias judiciales, las nuevas pruebas de vejaciones sacuden la conciencia y hacen pensar en un giro significativo, un antes y un después de Abu Ghraib, pero no porque incorporen métodos innovadores en el infame campo de la tortura. El umbral en cuestión es de otra naturaleza. Al repasar las fotos ya conocidas, se tiene la impresión de que distintos tabúes culturales han sido franqueados. Primero, ponen en evidencia hasta qué punto la industria audiovisual presta sus fórmulas y prácticas a la dominación del enemigo (me refiero al advenimiento de la fotografía electrónica sin soporte de papel, me refiero al lenguaje de la pornografía, a las diferencias culturales en términos de derechos civiles, que para un prisionero musulmán agravan el sadismo cuando lo ejerce una mujer, se trata incluso de un umbral en la historia del feminismo). Reflexionar sobre estos colaterales resulta más pertinente todavía en un país como Argentina, primero, porque contamos con nuestro propio capítulo en la Historia Universal de los Desaparecidos, pero sobre todo a la hora de concebir con seriedad un museo de la memoria.Estrenado hace un año en los EE.UU., el conmocionante documental Procedimiento standard, del notable realizador Errol Morris, se puede conseguir en algunos videoclubs argentinos. Morris ya había dirigido el extraordinario Niebla de guerra, sobre el ex Secretario de Estado Robert McNamara y la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría. En el nuevo documental, Morris investiga las condiciones y el tiempo real del festín fotográfico de Abu Ghraib, a través de la reconstrucción de las sesiones y videos y con entrevistas a la mayoría de los procesados en el juicio de 2004 -la ex brigadier Janis Karpinski, a cargo de los ocho penales estadounidenses en Irak, la angelical Sabrina Harman, célebre por sus pulgares levantados junto a al-Jamidi, muerto bajo tortura; la endurecida Lynndie England, embarazada de su jefe Charles Graner, un psicópata estereotipado, amante de varias carceleras, instigador de las fotos y hoy convicto a diez años. Todas las entrevistas fueron realizadas por Morris en 2006."Es un error confundir las fotografías de Abu Graib con los crímenes de Abu Ghraib," señalaba Morris hace un año desde su blog Zoom, en la página del diario The New York Times. "Una de las mayores ironías es que las fotografías podrían servir como revelación o como encubrimiento al mismo tiempo, alentar a la gente a no ver nada más y a pensar que lo vio todo", concluía el director. Las nuevas imágenes parecen darle la razón: ¿Abu Ghraib fue apenas la cima de un gran vertedero? Uno de los aspectos aberrantes que revela el film es hasta qué punto la gestión carcelaria en Irak recayó en manos de jóvenes sin experiencia, embrutecidos por una educación deficiente y despachados a Irak con un mínimo de instrucción. Lo deja en claro sobre todo uno de los testimonios, de una imbecilidad onomatopéyica, preverbal, y lo enfatiza el investigador Brent Pack, quien reconstruyó las distintas líneas temporales de las imágenes para la Justicia. En Abu Ghraib, reservistas de 18 años que venían de hacer un cursillo para interrogadores quedaban a cargo de indagar a generales de hasta 5 estrellas, de entre 40 y 65 años. Demasiado ignorantes para obtener información significativa. Así, se verificaba en Abu Ghraib lo que la filósofa alemana Hanna Arendt, en su crónica del juicio a Adolf Ecihmann en Jerusalén, llamó "la banalidad del mal", a la que se agrega, según observó Susan Sontag, ese ingrediente de "diversión" propio de la cultura juvenil. Asimismo, emerge el clásico desconcierto de todo régimen en su punto de fragor represivo, actuando sin un plan racional y por los impulsos de su propia paranoia. Varios testimonios aseguran que en medio de la noche llegaba a Abu Ghraib el camión repleto de detenidos "y resultaba que eran taxistas, soldadores, panaderos, hombres recogidos de la calle, hijos detenidos porque sus padres no estaban en casa. A eso yo lo llamo secuestro", sostiene uno de los testigos. Se debe tener presente, además, que Irak es la primera guerra tercerizada mediante empresas contratistas, en la que actuaron decenas de interrogadores privados. En Abu Ghraib fue clave el papel de los intérpretes: en la muerte de al-Jamidi, el rol de un tal "Clint C", empleado de la empresa Titan, proveedora de traductores. Otra de ellas era CACI, sigla de una empresa ya disuelta y encargada de proveer interrogadores. Los "sitios negros" son, de hecho, un universo de siglas anónimas que encriptan agencias encubiertas, contratistas y Task Force, o grupos de tareas. Morris permite comprobar otro paralelismo desconsolado: en qué medida el sistema de quiebre y aniquilamiento de enemigos ha mutado en su narrativa desde la Segunda Guerra. Si la Shoah ponía en escena un universo concentracionario netamente fabril, con turnos de tareas y "trabajo útil", Abu Ghraib evolucionó hacia un mundo sin otro trabajo que la explotación sexual, mediante cuadros vivos para un video de satisfacción personal, con las estaciones clásicas de la pornografía hardcore -sadomasoquismo, coprofagia, camas redondas en forma de "pirámide humana"-. Su industria, por lo tanto, es el entretenimiento en el que los carceleros posan, el prisionero es obligado a posar -masturbándose o supliciado, y el grosor de un pelo separa ambas prácticas-, y donde el muerto hace de muerto mientras el fotógrafo es productor del entretenimiento. De hecho, al-Jamidi fue bautizado Bernie por Bernie's weekend, una película clase B que cuenta una fiesta delirante con un homicidio fraguado.Retomando su libro sobre la fotografía de guerra, Ante el dolor de los demás, de 2003, la escritora norteamericanaSusan Sontag reflexionaba sobre Abu Ghraib en un ensayo un año más tarde. Allí afirmaba que existe una alarma extra en esas fotos, dado que rara vez en la historia los victimarios aparecen en sus trofeos de guerra. Ni siquiera en los campos de concentración nazi, los criminales se muestran ligeros y sin solemnidad ante el vejamen. Que tortura y sexualidad suelen ir juntas no es novedad, señala; fueron conjugadas por todas las culturas, desde la Inquisición hasta las razzias de Pol Pot en Camboya. "Lo realmente abominable, dado que estas imágenes fueron tomadas con el fin de hacerlas circular y ser enviadas a otros, -señalaba- es que muestran algo divertido. Y esta idea de la diversión es la que, cada vez más -y contra lo que el presidente Bush le dice al mundo- "en verdad están en la naturaleza y el corazón de los EE.UU.". Es difícil medir la creciente aceptación de la brutalidad en la vida norteamericana pero sus evidencias están en todas partes, por empezar en los videojuegos de matanza, el principal entretenimiento de los muchachos -¿estamos tan lejos de un videogame que se llame "Interrogando al terrorista?"Despersonalización ante el dolor del otro, infantilismo, atrofia del sentimiento de compasión, esta vez para la posteridad. Y en su registro, por primera vez en la historia, un grupo de mujeres cree participar por cuenta propia, a modo de subrayado postfeminista. Rodando la película de un psicópata, ellas también han mutado.

¿Que pasa con las mujeres en Irak?

viernes 5 de junio de 2009
Violadas en Iraq, un crimen ocultado
Anna Badkhen, Frontline World. Publicado en RebeliónTraducido del inglés: Sinfo Fernández os tres policías le metieron un saco de arpillera a Jalida por la cabeza y se la llevaron al Ministerio del Interior iraquí en Bagdad. Allí la interrogaron y la golpearon, saltándole los dientes delanteros. Después, le arrancaron las ropas y se turnaron para violarla. “Una vez acabaron, un cuarto hombre entró en la habitación”, me contó Jalida, apagando un cigarrillo para encender otro. “Era un oficial. Pude ver su rango en las hombreras. Me miró y dijo: ‘Oh, qué mala suerte que estés sangrando, se suponía que ahora me tocaba a mí’”. El oficial ordenó a sus hombres que se deshicieran de Jalida. La envolvieron en una manta, la metieron en un coche y la tiraron, sangrando, sobre una acera de Bagdad.Poco después de sufrir la violación, Jalida huyó a Jordania y de allí a los Estados Unidos. Su madre y su hermana continúan viviendo en Iraq.“Nadie sabe exactamente cuántas mujeres iraquíes han sido violadas desde que en 2003 se produjo la invasión estadounidense, pero los activistas iraquíes y extranjeros sitúan la cifra en varios miles”. Los grupos que trabajan por los derechos humanos empezaron a darse cuenta del aumento en las violaciones en Iraq inmediatamente después de la caída del régimen de Saddam Hussein, consiguiendo múltiples pruebas de demostraban que las diversas facciones estaban atacando a las mujeres. En 2008, Amnistía Internacional informó que “miembros de grupos armados islamistas, milicias, fuerzas gubernamentales iraquíes, soldados extranjeros de la Fuerza Multinacional dirigida por EEUU, junto con quines integraban los efectivos de los contratistas extranjeros de la seguridad militar privada estaban perpetrando crímenes específicamente dirigidos contra las mujeres y las niñas, incluida la violación”.El informe decía además que las autoridades iraquíes casi nunca perseguían esos crímenes, que ni siquiera los registraban.Bajo el gobierno del Partido Baaz de Saddam, las fuerzas de seguridad utilizaban la tortura y violación contra los prisioneros políticos. Y el hijo mayor del dictador, Uday, daba órdenes para que le llevaran a su palacio a cualquier mujer a la que hubiera echado el ojo. Pero en absoluto la violación era un crimen extendido.“Había ley”, dijo Yanar Mohammed, una abogada y feminista iraquí que trabaja por los derechos de la mujer. “Nadie iba por ahí violando”.Según Mohammed, que dirige la Organización para la Libertad de las Mujeres en Iraq, una ONG que trabaja directamente con las víctimas de violación: “A finales de 2003, todo el mundo conocía historias de cinco o diez mujeres que habían sido secuestradas; algunas fueron violadas y arrojadas a las cunetas, otras desaparecieron”.Los doctores iraquíes me dijeron que empezaron a ver también un aumento de los casos de violación un mes después de que empezara la guerra. El caos y la violencia sectaria se tragaron Iraq a toda velocidad tras la caída de Saddam, dejando a las mujeres en una situación de especial vulnerabilidad. Sólo en 2005, la organización de Mohammed estima que se produjeron 2.000 violaciones de niñas.En marzo de 2009, Oxfam informó que el conflicto había dejado viudas a 740.000 mujeres iraquíes, la mayoría de ellas perdieron a sus maridos a partir de la invasión de 2003. Esto significa que cientos de miles de mujeres iraquíes carecen de la protección tradicional de los miembros masculinos de la familia, incluyendo maridos, hermanos y padres, habiendo quedado totalmente indefensas frente a la violación.En muchas zonas del país donde la justicia tribal ha llenado el vacío dejado por la guerra, las víctimas de violación se enfrentan a un doble riesgo. A menudo son rechazadas y a menudo asesinadas por familiares para eliminar la supuesta vergüenza que el abuso conlleva para el honor de la familia.Hanan Edgar, directora de la Red de Mujeres Iraquíes en Bagdad, me dijo que esa práctica, conocida con el hombre de “asesinatos por honor” cuenta con el apoyo tácito del gobierno iraquí. Aunque el asesinato premeditado en Iraq conlleva una sentencia de cárcel de al menos quince años, la sentencia típica por un asesinato por honor supone unos seis meses de cárcel, manifestó.Para poder averiguar más datos sobre el drama de las violaciones en Iraq, viajé a Bagdad en marzo con la fotoperiodista Mimi Chakarova [véase al final enlace con vídeo realizado]. Había entrevistado ya a varias víctimas iraquíes de violaciones que estaban viviendo como refugiadas en la vecina Jordania. Allí supe del trabajo que Mohammed realizaba a través de su organización en Iraq. Allí fue donde me encontré con Jalida y pude escuchar su historia.Mohammed se convirtió en nuestra guía para poder entrar en el mundo oculto de los abusos sexuales contra las mujeres en Iraq. Su organización es el único grupo no gubernamental que actúa en la región semi-autónoma kurda ofreciendo refugio a las víctimas de violación.Nos llevó varias semanas de cuidadosas negociaciones poder ganarnos la confianza de las mujeres que dirigen la red clandestina de refugios y de las víctimas que allí se refugian. Mohammed y otras voluntarias viven con el constante temor de posibles represalias por parte de las milicias sectarias.Nos alojamos en un hotel fuertemente fortificado en el centro de Bagdad, fuera de la seguridad relativa de la Zona Verde. Cuando salíamos del hotel, vestíamos negras abayas combinándolas con pañoletas en la cabeza. Entrevistar a la gente en la calle estaba fuera de toda posibilidad: atraería demasiada atención. Y cuando nuestra intérprete iraquí preguntaba a las mujeres sobre sus experiencias, a menudo se negaba a traducir sus historias porque se sentía abochornada.Con frecuencia, las mujeres iraquíes se sienten demasiado avergonzadas o aterradas como para informar de la violación a la policía; y cuando informan del abuso, los oficiales normalmente desestiman sus afirmaciones. Confirmando el informe de Amnistía Internacional, un portavoz del gobierno me dijo que el gobierno iraquí no registra los casos de violación. Cuando le pregunté por qué no, no acertó a dar una respuesta.Salma Jabou, asesora del Presidente Talabani para los asuntos de la mujer, me dijo que Iraq no tiene leyes que protejan a las víctimas de violación. Las fuerzas estadounidenses, que supuestamente se preparan para una retirada gradual, tampoco tienen autoridad para interferir y, como se indicaba al principio, son también autores de este tipo de delitos. El Ministerio para Asuntos de la Mujer, constituido en 2003, ha hecho tan poco para proteger los derechos de la mujer que Nasal Al-Samaraie, la ministra designada, presentó su dimisión en marzo, diciendo que su misión “era muy difícil, cuando no imposible, de llevarse a cabo”.Tal labor ha quedado casi exclusivamente en manos de las agencias no gubernamentales de la ayuda internacional. La red de refugios de Mohammed está parcialmente financiada por la organización internacional por los derechos de la mujer MADRE, que tiene su sede en Nueva York. La portavoz de MADRE, Yifat Susskind, me dijo que la red de Muhammed ha dado refugio y asesorado a miles de mujeres iraquíes desde que se abrió el primer refugio en 2004. A pesar de que necesita mucho más apoyo, Mohammed dice que el gobierno iraquí le ha negado a su grupo el permiso para que los refugios puedan funcionar oficialmente y, asimismo, le ha negado cualquier tipo de ayuda, viéndose obligada a albergar a las mujeres en destartalados apartamentos infectado de ratas, para esconderlas no sólo de potenciales asaltantes sino también de las autoridades iraquíes.Según un reciente informe de Amnistía Internacional, varios pistoleros atacaron un refugio de mujeres en la región norteña controlada por los kurdos. Al parecer, los hombres eran parientes de una de las mujeres que había buscado refugio. Los refugios de Mohammed representan, por todo el país, tan sólo un puñado de casas seguras para las víctimas de violación.Incluso nuestra propia visita a una casa-refugio para mujeres en Bagdad provoca riesgos para las refugiadas: como extranjeras, podríamos atraer la atención sobre el refugio. Para ayudar a proteger su paradero, no se nos permitió llevar a nuestra traductora, una estudiante de post-graduado en la Universidad de Bagdad. Para poder llegar hasta el refugio, tuvimos primero que reunirnos con una voluntaria en la sede de la organización. Allí, nos pusimos abayas y velos. Para más seguridad, esperamos hasta que anocheció. Entonces, otra voluntaria nos llevó a través del polvoriento laberinto de las calles de Bagdad ahítas de impactos de bala.Cuando llegamos, caminamos arrastrando los pies a través de la puerta de contrachapado del refugio de la misma forma en que se mueven la mayoría de las mujeres iraquíes que se han convertido en blanco: con los ojos bajos, la cabeza inclinada y en silencio: como sombras.Enlace con el texto original y con el vídeo grabado por Mimi Chakarova titulado
El peor enemigo de la mujer soldado, su camarada
Un libro publicado en EE UU revela violaciones y acosos en Irak y Afganistán
La soldado estadounidense Mickiela Montoya no llevaba un puñal amarrado a su pierna para defenderse del enemigo, al menos no del enemigo iraquí. Lo llevaba para protegerse de sus compañeros. "¿Sabes qué? Podría violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia. "¿Qué harías?", le preguntó desafiante el soldado a Montoya. "Apuñalarte", respondió ella sin dudarlo. "No tienes un cuchillo", prosiguió la conversación el compañero. "Sí que lo tengo", dijo tajante la soldado.Mickiela Montoya no tenía un puñal aquella noche. Pero lo tuvo y lo llevó pegado a su cuerpo todas y cada una de las siguientes jornadas de los 11 meses que vivió en Irak. "Llevaba el cuchillo para protegerme de los míos"."Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres cosas: un bicho, una puta o una lesbiana",explica Montoya. "Los hombres no nos quieren aquí". Uno de los militares que sirvió con Montoya le explicó la razón por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que hay mujeres en el Ejército", le dijo. En Irak han luchado y han muerto más mujeres estadounidenses que en ningún otro conflicto desde la II Guerra Mundial. Más de 206.000 mujeres han servido en Oriente Próximo desde el inicio de la guerra en 2003. Este número representa cinco veces más mujeres que en la guerra del Golfo y 26 más que en Vietnam. Más de 600 han sido heridas y 104 han muerto en Irak.Pero a pesar de crecer en presencia, las mujeres en Irak siguen muy solas: son una de cada 10 dentro de las tropas. En ocasiones, están solas en un batallón.Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas. No fueron una excepción. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos de Guerra dicen que el 30% de las mujeres han sido violadas mientras servían en el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y el 90% acosadas. El Departamento de Defensa sabe del problema y en su informe anual de 2009 sobre agresiones sexuales reconoce que el 90% de los ataques nunca son denunciados. Y cuando lo son, las denuncias no suelen llegar a buen puerto. Bien lo sabe Marti Ribeiro, tercera generación en la familia que pertenece (o pertenecía) a la Fuerza Aérea. La historia que Ribeiro relata en el libro incluye una violación y varios ataques en Afganistán. Fue violada por un soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".Terrible debe ser el acoso cuando una mujer declara lo siguiente: "Me daban menos miedo los morteros que caían a diario que los hombres con los que compartía mi comida". Ésa es la experiencia de Chantelle Henneberry, quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak. Cuenta Henneberry en un capítulo del libro que a partir de media tarde nunca bebía nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le esperaba.
http://www.elpais.com/articulo/inter...pepiint_10/Tes
Editado por nakba2 - 20.04.2009 22:52 hs..